Según el breve cuento de Juan Carlos Guerra el propósito de la educación es “construir personas libres,
capaces de analizar, comprender, juzgar y criticar la realidad que las rodea,
capaces de aprender de forma autónoma y de perseverar en su proceso de
aprendizaje durante toda su vida.”
Si buscas en Wikipedia encuentras tres
posibles definiciones que nos dan a entender la funcionalidad que puede tener
la educación, bien como “proceso multidireccional mediante el cual se
transmiten conocimientos, valores, costumbres y formas de actuar” o bien como “proceso
de vinculación y concienciación cultural, moral y conductual” o, incluso
también, como “proceso de socialización formal de los individuos de una
sociedad”
En consecuencia, estoy convencida de que cada
persona tiene una idea distinta sobre cuál es el propósito de la educación,
aunque creo que todas las opiniones van encaminadas hacia el mismo punto.
Para mí, el propósito de la educación es proporcionar
una serie de conocimientos y habilidades básicas a la población para que les
sirva posteriormente en su vida diaria y laboral.
El problema de la educación, de los sistemas
educativos actuales o quizás de la sociedad en general es que, tanto a
alumnos, como a padres, como a cualquier familiar, amigo, conocido, etc. solo les
importa la nota académica que se haya conseguido. ¿Cuántas veces han presumido
nuestros padres de nuestras notas? Pero... ¿Cuándo han presumido de nuestros
conocimientos? ¿Acaso alguien nos pregunta si hemos aprendido algo cuando
aprobamos o suspendemos? No, lo único que importa es un mero número, un apto o
un aprobado.
Cuando, por cualquier motivo,
el alumno va mal en una o varias asignaturas, los padres hablan con el profesor en cuestión o con el tutor para ver cómo pueden ayudarle, pero, lejos de hacerlo para que el alumno aprenda
más o adquiera más conocimientos, lo único realmente importante parece ser
esta pregunta: ¿si mi hijo le hace este trabajo o se lee este libro o hace
esto, aprobaría? A nadie le importa si aprendes en la escuela, a nadie le
importa si tus conocimientos son los suficientes para desenvolverte en la
realidad. Aquí lo único que importa es si apruebas o, en los casos de los
mejores estudiantes, si sacas buenas notas.
Otro problema es el enfoque que
la sociedad le ha dado a la escuela. Puede haber malos profesores, buenos, que
te tengan manía, que te tengan “enchufe”, pero de todos, absolutamente de
todos, aprendemos algo, y dejan una huella en nosotros impensable.
Otro punto de conflicto podría decirse que es que nadie se da cuenta
de que también se aprende más allá de las escuelas, más allá de los deberes, de los
exámenes, de las horas de estudio. Las conductas, las palabras, las
expresiones, los gestos, la forma de ser y otro sinfín de actitudes son
aprendidas fuera de ella, son aprendidas de alguien a quien admiras, a quien
quieres o simplemente alguien con quien pasas mucho tiempo, sin proponértelo y
sin quererlo muchas veces. Es más, tampoco se contempla la educación como algo
activo, pensando que todo lo que se aprende se tiene que enseñar, y que no se
puede producir un aprendizaje sin “proponérselo”, por decirlo de alguna forma.
“He aportado mi voz”. Espero que os sirva de ayuda.